UN ESCRITOR: OCTAVIO PAZ
Era el suyo un rostro maduro que se perdía en la lejanía del pensamiento.
Su cabello reflejaba la lucha entre el negro que se resiste a ser derrotado y el blanco que comienza a celebrar su victoria. Huidizo, su forma ondulada parecía querer huir para dejar paso a su rostro.
Las cejas, pobladas. Escudos de unos oscuros ojos que se desvían hacia el infinito.
El rostro, serio. Pero en él asomaba una mueca, el esbozo de una sonrisa que trataba de escapar del bosque invernal de la barba.
Sus manos son un atril fibroso que mantienen la razón de ser y de existir de todo escritor -el libro-.
Todo en él transmitía serenidad.
Foto: http://correodelasculturas.files.wordpress.com/2008/04/octavio_paz.jpg
Las cejas, pobladas. Escudos de unos oscuros ojos que se desvían hacia el infinito.
El rostro, serio. Pero en él asomaba una mueca, el esbozo de una sonrisa que trataba de escapar del bosque invernal de la barba.
Sus manos son un atril fibroso que mantienen la razón de ser y de existir de todo escritor -el libro-.
Todo en él transmitía serenidad.
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